En Europa, se estima que, anualmente, cada habitante consume 25 kg de textil y desecha aproximadamente 22 kg. De estos, alrededor del 85-90% son depositados en la fracción del resto, lo que significa que terminarán incinerados o en vertederos. ¿Por qué desechamos casi tanto textil como compramos? ¿Y por qué no la depositamos donde toca? ¿Qué se hace con el textil que sí es recogido selectivamente? ¿Y quién está asumiendo el coste de toda esta gestión?
En el ciclo de entrevistas que estamos realizando junto a Girbau LAB para reflexionar y aportar luz a aspectos esenciales de la circularidad en la industria textil, no podía faltar una conversación con Pilar Chiva, directora del área de economía circular de la Agència de Residus de Catalunya. Con ella hemos profundizado en cómo se gestiona el textil una vez es desechado y qué supone esta gestión desde el punto de vista económico, social y ambiental.
– Pilar, ¿debe ser el textil considerado un residuo como el plástico o el vidrio?
Según la Directiva Marco de Residuos (Directiva 2008/98/CE) un residuo es «cualquier sustancia u objeto del cual su poseedor se desprende o tiene la intención o la obligación de desprenderse». Y, desafortunadamente, en Catalunya nos deshacemos de unos 20 kg de textil por habitante y año. Un textil que, si nos centramos en las prendas para vestir, se ha usado de media solo siete veces. Claramente, el textil es un residuo que se genera en cantidades enormes.
En Catalunya nos deshacemos de unos 20 kg de textil por habitante y año.
– Pero precisamente por este poco uso que se le da muchas veces, parece contraproducente hablar del textil como un residuo.
Ciertamente, el reto es conseguir que el textil no llegue a ser un residuo. Y cuando no se pueda evitar, que su gestión sea lo más eficiente posible. Respecto a lo que comentas, la Directiva de residuos de la Unión Europea tiene previsto que ciertos residuos, una vez gestionados adecuadamente a través de plantas autorizadas, dejen de ser considerados residuos y pueden introducirse como recursos en el mercado. Es la que se llama la “fin de condición de residuo”.
Esperamos que la normativa que desarrolle esta figura para el textil se apruebe pronto, ya que es un residuo muy susceptible a dejar de serlo con una mínima intervención de los gestores y es algo que agilizaría muchos procesos.
«La Directiva de residuos de la Unión Europea tiene previsto que ciertos residuos, una vez gestionados adecuadamente a través de plantas autorizadas, dejen de serlo y puedan introducirse como recursos en el mercado en la que se llama la “fin de condición de residuo”. «
– ¿Cómo se gestiona actualmente el residuo textil?
Hasta ahora, de una manera totalmente voluntaria. En la mayoría de países de la Unión Europea, y esto incluye al Estado español, han sido principalmente las entidades sociales que, en colaboración con las administraciones locales, han instalado contenedores en los municipios para hacer esta recogida. Pero al ser algo totalmente voluntario, la recogida selectiva de la fracción textil en Catalunya es solo de un 13%. El resto del residuo textil va a parar a la fracción resto, y por lo tanto, a vertedero o valorización energética. A partir de enero del 2025, y gracias a la directiva europea y a la ley de residuos y suelos contaminados para una economía circular, todos los municipios deberán responsabilizarse de esta recogida. Y en breve, de la misma manera que pasa con los envases, los electrodomésticos y otros residuos, serán las empresas que ponen en circulación estos textiles las que deberán asumir los gastos y la organización de toda esta gestión. Esperamos que todo ello incremente la cantidad de ropa recogida de manera selectiva.
«La recogida selectiva de la fracción textil en Catalunya es solo de un 13%. El resto del residuo textil va a parar a la fracción resto, y por lo tanto, a vertedero o valorización energética.»
– ¿Cómo se sabe que solo el 13% se recoge de manera separada?
A través de un estudio de caracterización del residuo, lo que llamamos la “bolsa tipo”. Se coge una muestra representativa de la fracción de los residuos municipales generados en Catalunya, y se examina manualmente qué hay en ella. En Catalunya el último estudio se hizo en 2014 y resultó que en la fracción del resto había un 4,11% de residuo textil; es decir, el 4,11% de toda la fracción del resto, es textil. Este dato, juntamente con las cantidades recogidas selectivamente, nos permite estimar cuánto residuo textil se genera y, en consecuencia, qué porcentaje se recoge de manera selectiva.
De todas maneras, estos datos son algo imprecisos. La última caracterización de residuos se realizó hace diez años y sería importante actualizar este estudio, ya que estamos convencidas de que el porcentaje ha subido hasta un 6 o incluso un 8%, pero no lo sabremos hasta que se realice. Es un estudio costoso, pero lo estamos impulsando.
– Volviendo a los costes de la recogida y gestión. ¿Pagarán más las empresas que más ropa pongan en el mercado?
Estamos pendientes del detalle de la directiva, pero claramente será así. Los productores (fabricantes e importadores) tendrán que contribuir al sistema con una cantidad por cada pieza que pongan en el mercado. Y también las que comercialicen ropa de peor calidad. Quien más contamine, más pagará.
«[Por lo que respecta a los productores textiles] quien más contamine, más pagará.»
– ¿Quién está pagando toda esta gestión ahora?
En parte los ayuntamientos y, por tanto, la ciudadanía, sobre todo por la cantidad de residuo que va a la fracción del ‘resto’. Y también las empresas (muchas veces con fines sociales) que gestionan estos residuos que, aunque es cierto que obtienen puestos de trabajo con toda esta gestión, no deberían asumir estos costes, ya que muchas veces no son ni rentables. Y a medida que aumente la cantidad de residuo textil recogido, más negativo va a ser este balance económico y más necesario, por lo tanto, la contribución por parte de los productores.
– Hace unas semanas las patronales europeas de clasificación y reciclaje textil lanzaron un comunicado en el que aseguraban que el costo de las prendas de segunda mano clasificadas ya es inferior al costo de procesarlas y que ello estaba llevando al sistema de recogida y reciclaje al colapso.
Exactamente. Y esto pasa porque la sobreproducción y el sobreconsumo de textil está generando mucho más residuo que, además, cada vez es más complejo de gestionar por su composición y baja calidad. Y porque hasta ahora el coste de esta gestión lo han asumido las empresas gestoras de residuos. Desde la ARC precisamente hemos publicado una guía de contratación dirigida a los entes locales para ayudarles a gestionar este tema. Es necesario contratar formalmente el servicio de recogida y gestión del residuo textil, igual que pasa con el resto de residuos, y es necesario pagar un precio justo por esta gestión.
«Es necesario contratar formalmente el servicio de recogida y gestión del residuo textil, igual que pasa con el resto de residuos, y es necesario pagar un precio justo por esta gestión.»
– ¿Qué sucede con estos textiles una vez los depositamos en el contenedor?
Las empresas gestoras de residuos los llevan a las plantas de clasificación donde se trabaja bajo los principios de la jerarquía de residuos que, después de la prevención, prioriza la preparación para la reutilización, lo que significa que clasifican la ropa para que sea comercializada de nuevo, en tiendas propias o de terceros. Y la que no se puede comercializar por sus características o estado, pasa a ser reciclada para otros (trapos, relleno de cojines, otras industrias, etc.), procurando siempre que la mínima parte pase a ser destruida.
– ¿Y qué pasa con la polémica de la ropa que se envía a otros países?
La mayoría de empresas gestoras no pueden asumir toda la ropa que recogen, de manera que una parte de ella la venden a otras empresas. Y a veces estas gestoras se encuentran en otros países. Sería ideal que toda la gestión se pudiera hacer localmente, pero si no es así, sí que es imprescindible que esta ropa que se exporta a otros países esté previamente clasificada y se adecue a sus necesidades y realidad para que allí pueda ser reutilizada o reciclada y en ningún caso acabe en vertederos.
«Es imprescindible que esta ropa que se exporta a otros países esté previamente clasificada y se adecue a sus necesidades y realidad.»
– Entonces, ¿debemos depositar todo los residuos textiles en el contenedor de la ropa, incluso aquellos rotos o manchados?
Sí, porque son los gestores de residuos quienes deberán clasificarlos para decidir qué uso o fin pueden y deben tener. Lo que está claro es que si el textil no se recoge selectivamente, seguro que acaba desaprovechado..
– Pero a menudo escuchamos que el reciclaje textil es complicado.
Cierto, y desde hace unos años más. Las prendas se fabrican con tejidos de baja calidad y normalmente mezclando fibras muy distintas, lo que hace complicado que puedan reciclarse para un nuevo uso y, sobre todo, que mantengan o incrementen el valor del producto original. Para ello, hace dos años nació el Pacto para la Moda Circular. Se trata de una iniciativa de la que la Generalitat de Catalunya es impulsora que persigue crear sinergias entre los diferentes actores de la cadena de valor del textil con el fin de acelerar la economía circular en el sector y, por supuesto, ayudarlas a cumplir con las nuevas normativas europeas.
– ¿Y se están viendo avances?
Muchos. Las marcas, por sostenibilidad, pero también por imperativo legal y por economía, están empezando a diseñar de otra manera, creando prendas más durables, más fácilmente reparables e incorporando materias primas recicladas. Desde el Pacto, por ejemplo, se ha gestado Retexcat, un proyecto que aglutina a diferentes actores de la cadena de valor y que tiene como objetivo incorporar material reciclado procedente de estas prendas desechadas a las nuevas colecciones de las marcas, usando infraestructura local para este reciclado. Pero también se han llevado a cabo muchas otras colaboraciones que están permitiendo mejorar la circularidad de la industria textil en Catalunya. Los resultados son aún muy modestos, pero lo importante es que vamos avanzando.
«Las marcas, por sostenibilidad, pero también por imperativo legal y por economía, están empezando a diseñar de otra manera.»
– Que las empresas textiles trabajen de esta manera es muy interesante. Y también que tengan que asumir el coste de la gestión de su fin de vida. ¿Acabará ello repercutiendo en el precio final de la ropa?
Probablemente, pero es algo muy interesante. Que la ropa cueste más (de hecho, lo que realmente vale), obligará a que los fabricantes den un valor añadido a sus prendas. Por su parte, el consumidor prestará más atención a qué compra. Todo ello esperamos que reduzca el consumo de ropa y también el residuo. Todos ganaremos, empezando por el planeta.
«Que la ropa cueste más, obligará a que los fabricantes den un valor añadido a sus prendas.»
– Menos las empresas, que verán como sus beneficios disminuyen.
No tiene por qué. Lo que sí deberán esforzarse en pensar en nuevos modelos de negocio que les permitan facturar sin introducir tantas prendas nuevas en el mercado. Este es de hecho el objetivo de la Estrategia de la UE para los productos textiles sostenibles y circulares.
– ¿Cómo por ejemplo?
La servitización, la reparación o la segunda mano son vías por explorar. Desde la ARC hemos abierto una línea de subvenciones orientadas a fomentar la economía circular, sobre todo para financiar pruebas pilotos, prototipos, etc. Estos fondos, además, salen de los cánones que los municipios y las empresas pagan por el uso de los vertederos y las incineradoras.
– ¿Y qué ocurrirá con las empresas ultra fast fahion que están introduciendo producto desde fuera de Europa?
La normativa europea tiene como objetivo que todos los productos que se comercialicen en Europa cumplan los mismos requisitos y asuman los costes que les toca. Será muy importante invertir recursos en controlar las fronteras para que estas empresas jueguen con las mismas reglas de juego. Si esto no se hace, lo único que se conseguirá es hundir la industria europea. La normativa debe de ir acompañada de sistemas de control muy potentes.
«La normativa europea tiene como objetivo que todos los productos que se comercialicen en Europa cumplan los mismos requisitos y asuman los costes que les toca.»
– También será imprescindible la sensibilización de la ciudadanía.
Totalmente. Desde l’ARC estamos poniendo muchos esfuerzos en este sentido. Desde hace tres años impulsamos la Reborn, un desfile de ropa de segunda mano que se presenta en el marco de la 080 Barcelona Fashion. También hemos realizado campañas con influencers que conectan con los más jóvenes y contamos con una exposición móvil que promueve la moda sostenible de una manera muy cercana. Y justo ahora estamos trabajando en una campaña dirigida al conjunto de la ciudadanía para que tome conciencia sobre el papel que juega el residuo textil en nuestra sociedad.
– ¿Cuál es el mensaje que quiere transmitir la ARC en cuanto a la relación de la ciudadanía con el textil?
El mensaje más importante es el de la jerarquía de residuos, que empieza por la prevención. Se trata de alargar la vida útil de la ropa lo máximo posible para no generar el residuo. Ya sea recuperándola, intercambiándose, donándola y, por supuesto, comprando de manera consciente. Y una vez llegue el momento de deshacerse de ella, depositándola en el contenedor de ropa para permitir su reutilización o reciclaje.
Este artículo forma parte de un espacio de debate impulsado por Girbau LAB y So Good So Cute que persigue generar reflexión y aportar luz a aspectos esenciales de la circularidad en la industria textil.
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