El presente modelo económico de «extraer, producir, desperdiciar» está llegando ya al límite de su capacidad física. La economía circular es una alternativa atractiva que busca redefinir el paradigma de crecimiento, enfatizando en los beneficios para toda la sociedad.
La económica circular implica disociar la actividad económica del consumo de recursos finitos y eliminar los residuos del sistema desde el diseño. Respaldada por una transición a fuentes renovables de energía, el modelo circular crea capital económico, natural y social y se basa en tres principios:
-Eliminar residuos y contaminación desde el mismo diseño.
-Mantener productos y materiales en uso.
-Regenerar sistemas naturales.
Los proyectos en los que se aplica un diseño circular son más innovadores, minimizan sus impactos negativos en el medio ambiente y refuerzan los positivos, además de cumplir con el resto de los requisitos técnicos, económicos, normativos y de funcionamiento. Todo ello, sin olvidar su funcionalidad en términos de transmisión de información y concienciación sobre nuevos hábitos de consumo y calidad en la experiencia del usuario, imprescindibles para su éxito.
Sin embargo, los datos revelan que en economía circular estamos muy al principio. Actualmente, apenas el 9,1% de la economía mundial es circular, según la medición del think tank Circle Economy recogida en su informe 2019 Circularity Gap Report. El estudio detalla una hoja de ruta para cerrar el círculo y materializar el beneficio de 1,8 billones de euros que se calcula traerá consigo la economía circular solo en la Unión Europea.
Economía circular, sostenibilidad y diseño forman una ecuación cuyo resultado será la mejora de la productividad y la competitividad.
El 93% de las empresas europeas cree que la economía circular es importante para el éxito de su negocio en el futuro y un 85% prevé realizar inversiones en este modelo, según los datos manejados por el World Business Council for Sustainable Development (WBCSD),
Pasar a una economía circular no solo constituye una oportunidad de negocio, sino que también contribuye a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y al Acuerdo de París. A pesar de que las políticas de economía circular son diversas y están surgiendo rápidamente, comprender estas nuevas legislaciones es complejo pero esencial para que las grandes empresas preparen eficazmente sus operaciones de futuro. Además, la adquisición de conocimientos sobre las políticas actuales y futuras sobre economía circular constituirá una ventaja competitiva real para las empresas.
Clint, proyecto de economía circular de Gribau y Elisava
Clint, es una propuesta de GIRBAU hacia la sostenibilidad en la lavandería industrial. Se calcula que diariamente las máquinas de Girbau lavan unas 25.000 toneladas de ropa alrededor del mundo y se estima que el residuo sólido generado durante el proceso de secado (el residuo usado en el proyecto Clint) es un 0’04% del volumen de ropa que entra en la máquina. Esto supone un volumen de residuo acumulado de unas 10 toneladas al día.
Ante esta realidad, Girbau tomó conciencia de la necesidad de gestionar este residuo generado por su maquinaria para minimizar el impacto ambiental y así favorecer un proceso de secado sostenible que permita avanzar hacia un modelo de economía circular en el sector de la lavandería.
Clint es un toque de atención y una muestra de voluntad de transformación hacia la circularidad en todos los frentes de la lavandería industrial, incluso en los más desatendidos como es el residuo sólido generado por la actividad.
En noviembre de 2018, Girbau Lab –la plataforma de innovación de Girbau– firmó un acuerdo de colaboración con Elisava, a partir del cual se invitaba a los estudiantes de Materiales Avanzados del Grado en Ingeniería de Diseño Industrial (GEDI) y del Programa de Estudios Simultáneos (PES) a desarrollar un proyecto académico de innovación que diera respuesta a la problemática ambiental de este residuo.
El objetivo de la iniciativa era diseñar los procesos necesarios para transformar en un recurso útil el residuo textil que queda en los filtros de los procesos industriales de la lavandería, tanto de las lavadoras (residuo sólido húmedo), como de las secadoras (residuo sólido seco). Además, la iniciativa planteaba a los participantes poder identificar nuevos usos de los materiales generados.
Clint es un paso importante hacia la lavandería circular y la sostenibilidad que transforma un residuo en un nuevo material y avanza hacia el residuo cero.
En este proyecto, Girbau valoró la generación de un nuevo material a partir del residuo capturado directamente en los filtros de la secadora (la borra), sin la necesidad de añadir ningún otro material, y la facilidad de su aplicación en nuevos usos, materializando así la circularidad de la propuesta a corto plazo.
Es a partir de aquí que nace Clint, el nuevo material versátil, útil y reciclable creado a partir de la recuperación de este residuo y que coge la forma de un cartón, con un elevado potencial de aplicaciones en diferentes ámbitos y sectores.
Las aplicaciones que el nuevo material Clint puede ofrecer son muy amplias y diferentes ya que son una alternativa innovadora delante el uso de materiales plásticos y objetos de papel o cartón que ya existen.
Más allá de estos usos, la gestión del residuo de borra mitiga también los efectos nocivos de los tejidos y sus microplásticos en el medio.
De hecho, estos microplásticos forman gran parte de los residuos sólidos producidos durante los procesos de lavado y secado. Su gestión y conversión en el nuevo material Clint favorecen que estos no acaben en el aire. De este modo, podemos decir que Clint mitiga los riesgos evidentes que la manipulación de microplásticos genera en el medio ambiente, tanto en el medio acuático como en el aéreo.
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